Todos tenemos el poder de elegir y nuestra realidad es el producto de nuestras elecciones. Elegimos hacer o no las cosas, incluso no elegir es una elección.
Y si lo hacemos desde nuestro saber, desde lo que realmente deseamos, creamos mucho más, porque disfrutamos de lo que estamos haciendo.
En cambio, si nuestras elecciones se fundamentan en lo que otros quieren o peor, en lo que no queremos, se creará densidad y malestar porque estaremos poniendo toda nuestra energía y atención en una creación que no deseamos.
Cualquier energía que rechacemos o no estemos dispuestos a recibir creará limitaciones en nuestras vidas.
Así que en lugar de estar en lo que no queremos, hagamos preguntas, salgamos de la conclusión, abramos el abanico de las posibilidades para que algo diferente pueda mostrarse.
Y para contribuir con el proceso podemos, por ejemplo, hacernos una de estas preguntas:
¿Desde dónde estoy eligiendo?
¿Estoy eligiendo por mí mismo ahora?
¿Estoy eligiendo por alguien más?
¿Desde dónde estoy eligiendo?
Verdad, ¿qué es lo que a mí me gustaría elegir ahora?
Todo lo que sea fluido lo percibiremos ligero, expansivo. Y lo que es denso resultará pesado.... Cuando eliges para ti, actualizar objetivos resulta fácil. Cuando eliges en tu contra, por complacer a otros, es realmente difícil.